Joaquín Camargo Gómez - El Vivillo |
Nació en Estepa a finales del siglo XIX. Era
un hombre de aspecto imponente por su profunda, desdeñosa mirada, aumentando
por las grandes cicatrices de puñaladas que mostraba en los brazos.
Sus hombros eran de atlante sustentando una cabeza redonda, de pelo oscuro. Fue siempre para sus
paisanos estepeños un valor discutido, siempre menguante ante el
prestigio sólido y formal del señor Manuel " el Vizcaya ". No deben de ser
pocos golpes que se le atribuyeron sin fundamento serio. El Vivillo,
como todos los bandidos de cartel, ha tenido parásitos de su nombre sonado.
Era sensual, egoísta, que
sin embargo, se transfiguraba, mostrando reacciones generosas ante los
motivo de índole familiar o filial. Estuvo encarcelado
varias veces, tras su última absolución ( 1.912 o 1.913 ), escribió sus
" Memorias ", dictadas al periodista madrileño: Miguel España. Quiso
comenzar una nueva vida, y aprovechando sus dotes de caballista salió a
picar toros a la Plaza de Vista Alegre, formando parte de la cuadrilla
de Morenito de Alcalá. Luego marchó a
Argentina y, el 17 de Julio de 1.929, en Buenos Aires, se suicidó por
uno de los motivos familiares a los que era tan sensible. |
El famoso bandido Joaquín Camargo
Gómez, apodado 'El Vivillo',
representó una etapa del
bandolerismo andaluz de finales del
siglo XIX y principios del XX. Nació
en Estepa (Sevilla) en 1865 en el
seno de una familia humilde y
numerosa. El maestro que le enseñó
las primeras letras le puso el apodo
de 'Vivillo' porque era bastante
despabilado.
De joven trabajó en el campo, pero
enseguida descubrió otras formas de
vivir al introducirse en el
contrabando dada la cercanía con
Gibraltar. Allí, con otro amigo,
pasaba por las noches fardos de
tabaco a Algeciras y a otras
localidades.
Dicen que dio el paso al
bandolerismo en la cuadrilla de su
paisano El Pernales, pero no
tardó en formar su propia partida de
cuatreros, que actuaba en las
sierras de Cádiz y Ronda. Uno de sus
golpes que le dio fama ocurrió en
Setenil de las Bodegas en 1893
con el robo a los feriantes que
volvían con las carteras repletas de
las ventas de ganado de la feria de
Villamartín.
En Setenil, que El Vivillo conocía
bastante bien por encontrarse en la
ruta que hacía entre Estepa y
Gibraltar -se hospedaba en la vieja
posada-, robó 2.000 duros en 1903 al
hacendado propietario Pedro
Guzmán y dejó amarrado a siete
hombres que estaban con él.
Hechos como estos le dieron
popularidad a este bandolero, que se
movía muy bien a caballo por la
serranía. Desvalijaba los caseríos y
las diligencias en pocos minutos.
Estaba considerado el más hábil y
astuto bandido de la historia del
bandolerismo. Siempre eludió la
acción de la justicia, a pesar de
que la Guardia Civil estaba muy
encima de él. Su fama se fue
agigantando.
D. PEDRO GUZMAN
Partida de Bandoleros Se cobijó en Huelin
Aunque él siempre negó que cometiera
delitos de sangre, las autoridades
centraron su búsqueda por una
muerte. Al verse acorralado, El
Vivillo puso rumbo a Málaga capital.
El historiador Julián Sesmero
desvela que se cobijó en el barrio
de Huelin, en la famosa Casa Alés
-que estuvo activa hasta 1980-,
dedicada a la fabricación de
aguardientes y licores. Esta empresa
fue fundada en 1898 por Antonio Alés
Quirós, paisano, amigo y de la misma
edad que el bandolero. El Vivillo,
que con su familia buscaba tierras
africanas para dirigirse
posteriormente en barco a Buenos
Aires, pidió urgente hospedaje a
Antonio Alés, a quien relató su
inocencia respecto al crimen
concreto que se le achacaba.
Gracias a la protección de Alés, el
bandido pudo desde África organizar
su escapada a Buenos Aires, adonde
huyó con su mujer, Dolores Jiménez,
y sus hijos Carmen, Dolores, Rosa,
Juan y Miguel. Pero en 1908, tras un
chivatazo, fue localizado y, en
vigor los tratados de extradición,
el bandolero y todos los miembros de
su familia fueron devueltos a España
a bordo del 'Satrústegui'. El
Vivillo llegó el 19 de febrero de
1909 al puerto de Cádiz. En el
muelle había una enorme expectación
para ver de cerca al célebre
bandolero, que estaba esposado y
escoltado por la Guardia Civil.
El Vivillo habló tranquilamente con
la prensa. Manifestó su seguridad en
ser absuelto de los delitos que se
le acusaban y esperaba que fueran
descubiertos los numerosos
'vivillos' que habían cometido
delitos haciéndose pasar por él.
Joaquín Camargo manifestó que en
Argentina llevaba una vida honrada
trabajando en los muelles de Buenos
Aires, pero fue delatado por un
zapatero, natural de San Roque.
Mientras permaneció esperando el
tren, firmó fotografías a personas
que se acercaban a él.
Posteriormente fue indultado por
una amnistía general concedida
por el rey Alfonso XIII al
contraer matrimonio, de manera
que pudo, luego de corta
estancia en prisión, reanudar su
vida. Lo hizo como picador de
toros en las plazas de Linares y
Madrid con la cuadrilla de
Antonio Moreno 'Morenito de
Alcalá'. En Madrid publicó
sus memorias, dictadas al
periodista Miguel España.
Aquella aventura taurina no duró
mucho tiempo y a Joaquín Camargo
le rondaba la cabeza volver a
tierras argentinas. El periódico
'El Popular' recogía en su
edición del 6 de septiembre de
1911 el paso por Málaga de este
bandolero. «A bordo del
trasatlántico Satrústegui -decía
la crónica-, que zarpó ayer con
rumbo a Buenos Aires, marchó el
célebre exbandido Joaquín
Camargo 'Vivillo'. El Vivillo
llegó el domingo a Málaga con el
propósito de tomar pasaje para
América en el primer correo. Le
acompañaba su mujer y sus hijos.
En nuestra población permaneció
hospedado en una casa de
huéspedes, hasta ayer por la
tarde, que embarcó en el
referido trasatlántico. Piensa
El Vivillo establecerse en
Buenos Aires, donde se dedicará
a negocios mercantiles».
El 17 de julio de 1929 se
suicidó envenenándose con
cianuro potásico, al no poder
soportar la perdida de su
esposa.
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