DESCUBRIMIENTO
Edison, en 1892,
trabajando en el perfeccionamiento de las primeras bombillas eléctricas, que
eran lámparas de incasdencencia que despedían luz al atravesar la corriente
eléctrica un filamento de carbón, observó que después de estar funcionando
durante algún tiempo aparecía el cristal recubierto en su parte interna por
una capa oscura (figura izquierda). Llegó a la conclusión de que esta capa
era debida a la acumulación de pequeñas partículas del filamento,
desprendidas al calentarlo mediante la corriente eléctrica. También
descubrió que podía evitarse este ennegrecimiento colocando una lámina
metálica entre el filamento y la ampolla de vidrio.

La placa metálica introducida en la ampolla evitaba el
ennegrecimiento, pero se comprobó que adquiría una
carga eléctrica negativa. Edison no pudo dar una clara
interpretación al fenómeno, porque entonces aún no se conocían ciertas
características de los electrones. Fueron Richardson en 1901 y
Fleming en 1904 los que demostraron que, si bien el oscurecimiento de la
cara interna del cristal era producido por partículas de carbón desprendidas
por el filamento caliente, la carga eléctrica que
adquiría la placa metálica no la transportaban dichas partículas, sino
electrones libres emitidos por el filamento a causa de su alta
temperatura. En 1904 Fleming construyó la primera válvula electrónica: «el
diodo».
Estaba hecha a semejanza de la bombilla de incandescencia, con
un filamento que emitía electrones al
aumentar la temperatura y una placa metálica que recogía una parte de esos
electrones al atraerlos por tener conectado un potencial positivo.
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DIFERENTES FORMAS DE EMISIÓN DE ELECTRONES
Todas las válvulas poseen un electrodo, llamado cátodo, que se encarga de emitir
electrones. Las características del cátodo dependen de la manera de emitir
electrones que utilice, destacando por su importancia los siguientes tipos:
1.0) «Emisión termoiónica»: Es la más
utilizada, consiguiendo el desprendimiento de los electrones mediante el aumento
de
temperatura en un metal.
2°) «Emisión fotoeléctrica»: Algunos
materiales tienen la propiedad de emitir electrones, cuando incide en ellos la
luz solar u otros tipos de radiaciones luminosas (rayos ultravioletas,
infrarrojos, etc.).
3.º) «Emisión secundaria»: Al bombardear con
electrones de gran velocidad algunos cuerpos, éstos desprenden electrones a
consecuencia de los choques que se producen.
4°) «Emisión de campo»: Se produce al
aplicar un elevado campo eléctrico, con el que se liberan electrones del
material.
EMISIÓN TERMOIÓNICA
Consiste en la liberación de los electrones mediante la elevación de la
temperatura en los metales.
La teoría que explica la emisión termiónica se basa en el comportamiento de los
electrones periféricos ante la elevación de temperatura, teniendo en cuenta que
estos electrones son los más alejados y, por tanto, los menos atraídos por el
núcleo.
Los metales tienen sus átomos formando una red regular y los electrones más
exteriores de estos átomos no están permanentemente ligados a uno de ellos, sino
que se trasladan de uno a otro. Cuando un átomo pierde o se le escapa un
electrón, se le llama «ión positivo», por no
estar completo y haber quedado cargado positivamente. La siguiente figura
muestra la constitución de un metal con átomos completos, iones positivos (signo
+) y electrones libres (signo -).
 
Los electrones libres se agitan en el seno del metal con velocidades variables,
que dependen de la temperatura. Por eso pueden alcanzar una velocidad tal, que
pueda contener la suficiente energía cinética como para escapar el electrón del
metal. La «energía de extracción» necesaria para escaparse un electrón de la
superficie del metal es independiente de la temperatura.
No todos los electrones libres poseen la misma energía cinética o velocidad con
una temperatura dada. En cuanto alguno de ellos alcanza su
energía de extracción, sale del metal y queda
libre en el espacio exterior que lo circunda.
Cuando un electrón abandona el metal induce en él
una carga imagen positiva, de valor igual y
signo contrario a la del electrón. Esta carga imagen ejerce una fuerza de
atracción sobre el electrón libre, que puede hacerle regresar al metal. La mayor
parte de los electrones libres que han escapado del metal son atraídos por él y
retornan, a consecuencia del efecto de la carga imagen, aunque algunos vencen
esta atracción y quedan fuera de la zona de influencia del metal. Como
consecuencia de este fenómeno, sobre la superficie del metal aparece una nube de
electrones que entran y salen del metal y que recibe el nombre de «nube
de carga espacial».
La carga espacial, posee un marcado potencial
negativo, repele y se opone a la emisión de nuevos electrones.
La cantidad de electrones que salen de la superficie de un metal viene dada por
la ley de Richardson y es proporcional a la
temperatura absoluta del metal (273 + t°C) y al trabajo que un electrón debe
realizar para escapar de la superficie.
TIPOS DE CÁTODOS TERMIÓNICOS
No todos los materiales tienen similares características de emisión; muy al
contrario, tienen diferencias muy acusadas, como lo demuestra el siguiente
gráfico. Los óxidos de bario y
estroncio (Ba, Sr)O, comienzan a emitir a
bajas temperaturas, mientras que para lograr el mismo grado de emisión con
volframio puro ha de alcanzarse una temperatura mucho más elevada. La emisividad
del volframio toriado es intermedia entre el (Ba, Sr)O y el W.
Hay
dos tipos de cátodos, y según el que se emplee se usarán diferentes
materiales en su constitución.
Las clases de cátodo existentes son:
A) CÁTODO DE CALDEO DIRECTO
El mismo filamento que se calienta al ser atravesado por
la corriente eléctrica
es el que emite electrones. Suelen estar construidos por volframio o tungsteno,
recubierto por una fina capa de torio, y para lograr con ellos una aceptable
emisión se necesitan alcanzar casi los 1.500ºC.
B) CÁTODO DE CALDEO INDIRECTO
Están formados por un cilindro hueco de níquel,
recubierto por óxidos de bario y
estroncio, en cuyo interior se aloja un filamento que lo calienta. El filamento
se encarga únicamente de calentar el cátodo y éste de emitir los electrones.
Debido a los materiales utilizados se consiguen corrientes electrónicas muy
interesantes con temperaturas inferiores a los 800°C.
El
caldeo directo es interesante porque el filamento necesita poca
potencia para calentarse y la puesta en servicio es casi inmediata. Sin embargo,
no se puede alimentar este tipo con c.a., pues produce una variación de la
emisión, debido a la alteración del valor de la tensión calefactora. Por este
motivo se suelen caldear los cátodos de caldeo directo mediante pilas o baterías
del orden de los 2 V.
En la actualidad el
caldeo indirecto es casi el único que se
utiliza, pues, además de poderse alimentar con c.a., ya que el cátodo se
encuentra a una distancia del filamento en la que no se perciben las
oscilaciones de la temperatura, el filamento queda aislado eléctricamente del
cátodo. Para alcanzar la temperatura adecuada y comenzar la emisión se precisan
algunos minutos, concretamente los que requiere el paso del calor desde el
filamento hasta el cátodo por radiación.
El funcionamiento de la válvula
desgasta la sustancia emisora que recubre el cátodo, hasta que deja de emitir
electrones, momento en el que se dice que la válvula
está agotada. El promedio de duración de una válvula es de unas
30.000 horas. Pasado este tiempo la válvula entra en un período de
semiagotamiento en el que se reduce la corriente emitida y enseguida en el de
agotamiento total.
Los valores más normales usados para el
caldeo de los filamentos, según el tipo de tensión que se les aplique, son los
siguientes:
1) Si la alimentación de los filamentos se efectúa con c.c. y es por pilas,
suele ser de 1,5 V, y si se usan baterías, como las de un coche, 6 ó 12 V.
2) Cuando la alimentación de los filamentos es mediante c.a., se utiliza un
transformador que proporciona 6,3 V por lo general.
3) En el caso de que la alimentación se pueda hacer indistintamente con c.c. o
c.a., las tensiones empleadas son muy dispares, siendo la corriente que pasa por
ellos el factor constante, pues se suelen colocar en serie todos los filamentos
de las válvulas. Las intensidades más usadas son 100, 150, 200 y 300 mA.
VÁLVULAS DE VACÍO
Las explicaciones posteriores hacen
referencia sólo a las válvulas de vacío, que son a las que se ha extraído de su
interior todo el aire y las de aplicación más general.
Hay tres causas importantes por las
que debe reinar en el interior del recipiente hermético de vidrio el vacío más
perfecto posible, y que son las siguientes:
1.º Si existieran moléculas de aire en el recorrido de los electrones desde el
cátodo hasta el ánodo se producirían choques que impedirían el libre
desplazamiento de dichos electrones.
2.º En los choques a que se ha aludido en la causa anterior, si los electrones
se mueven con gran velocidad producirían la expulsión de electrones de los
átomos y formarían iones positivos -átomos desprovistos de electrones- que al
ser atraídos
por la carga espacial negativa del cátodo chocarían contra él, dañándolo
rápidamente.
3.º La presencia del oxígeno del aire, con las altas temperaturas en las que
funciona la válvula, puede quemar el filamento.
La forma de conseguir el vacío en la válvula
se efectúa en dos fases:
«1ª fase»: Antes del cierre hermético de la
válvula se realiza la extracción de aire por la parte superior de la válvula,
por medio de una bomba neumática.
«2.ª fase»: Como la bomba neumática no
alcanza el grado de vacío requerido, se coloca en un soporte que se dispone en
la válvula durante el proceso de fabricación un poco de bario. A este soporte se
le llama «desgasificador o getter». Una vez
realizada la 1ª fase del vacío y sellada la válvula se la somete a un campo
eléctrico de alta frecuencia que determina la vaporización del bario, el cual
absorbe el residuo gaseoso, depositándose en el interior de la ampolla y en la
zona superior una capa negra brillante.
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